Y la segunda y última vez que
perdió en control antes de terminar su entrenamiento básico, fue más bien una
pérdida de control consciente, Kimberly daba un pequeño paseo por la colina
Hal, y oyó gritos desgarradores, provenientes de dos jóvenes ardillas, corrió
entre los árboles, esquivando arbustos y ramas caídas, al fin llego al origen
de los gritos, una pequeña ardilla listada daba los últimos gritos de su
existencia, mientras un gato negro degustaba sus patas traseras, en el suelo a
la izquierda del gato yacía la cabeza de otra pequeña ardilla y un charco de
sangre, vestigios de una comida sangrienta, Kimberly sintió la ira subiendo por
sus vertebras, sintió como la adrenalina, activaba hasta la última célula de su
cuerpo, antes de pensar en una estrategia ya estaba comprimiendo los bíceps
femorales de sus patas, los gemelos de las pantorrillas estaban almacenando
energía y los tarsos y metatarsos estaban dispuestos para generar el punto de
empuje necesario, así, Kimberly se lanzó contra el gato negro ya completamente
fuera de sí, por la ira, arrancando en el primer encuentro el brazo que
sostenía lo que quedaba de la pequeña ardilla, lo arranco a la altura del codo,
dejando solo un muñón sanguinolento de hueso, cartílago, músculos y tendones.
El gato lanzo un maullido lleno de terror y dolor, en el tiempo que le tomo
darse cuenta que ya no estaba su brazo derecho ni la ardilla que estaba
comiendo, Kimberly había vuelto a la carga, separando de una mordida la oreja
izquierda del gato junto con un pedazo considerable de piel de la cabeza y el parpado superior izquierdo, creando una imagen
aterradora de la cabeza del gato, al tratar de tocarse lo que le quedaba de
rostro maltrecho y sangrante, se supo perdido, la hemorragia del brazo derecho
era considerablemente abundante, ahora además tenía la hemorragia de la cara
que era incipiente, si lograba escapar de la demencia de Kimberly se sabía
muerto por la sepsis que las heridas le causarían, trato en vano de enfocar a
su agresora y contratacar, su ojo izquierdo estaba bañado en sangre, y la
visión rojiza que le ofrecía no era de gran ayuda, su ojo derecho por sí solo
no podía enfocar en las tres dimensiones necesarias para generar un ataque
certero, no tenía la percepción de la profundidad y aun así intento por su
honra asestar un único y mortal golpe a su atacante, con lo último de sus
energías apoyo su pata derecha al frente de él y entre su atacante, libero sus
garras afiladas y largas, giro la cadera en un fuerte y decido movimiento de
izquierda a derecha, estiro su pata delantera izquierda y se preparó para morir
llevándose algo de su atacante… Kimberly vio venir la pata delantera del gato con
esas cuatro largas y muy afiladas garras, abrió muy grande su pequeño hocico de
ardilla, se lanzó al encuentro de la pata y la arranco a la altura de la
muñeca, sus pequeños colmillos de tungsteno hicieron el trabajo para el cual
estaban diseñados, cortaron de un solo tajo la piel, músculos, tendones y huesos
de la pata del gato, fue tanta la energía de ambos movimientos cuando chocaron
uno contra otro, que la pequeña ardilla giro en el aire varias veces, con el
pedazo de pata colgando de su hocico, centrifugando lo último de la sangre de
ese pedazo de gato asesino.
Kimberly cayó de bruces, agotada
y en pleno abandono del estado de disociación, ahora tenía una herida en la
esquina superior derecha del labio superior, que se convertiría en una cicatriz
nada alentadora cada que sonriera con satisfacción y cierta burla. El gato
había muerto desangrado entre estertores de dolor, sintiendo como con cada gota
de sangre que caía por sus heridas su cerebro perdía capacidad de pensamiento,
como con cada gota de sangre que escurría por su cabeza maltrecha su corazón
tenía menos sangre que bombear a sus pulmones y así transportaba menos oxígeno a
cada célula de su cuerpo… su corazón dejo de bombear… se cerebro se fue
apagando sentido a sentido.