jueves, 7 de octubre de 2010

ich liebe mich

No es malo el querer tener una vida propia, como tampoco es malo querer estar solo, aunque a veces es más difícil encontrar el camino; un camino acorde a nosotros mismos, un camino en el cual nos sintamos dueños de todo lo que somos y podemos llegar a ser, explotar al máximo nuestras capacidades y limitantes, superarnos a nosotros mismos cada día, y seguir adelante, seguir adelante por el simple hecho de que queremos seguir adelante.

¿Tan difícil es aceptar la soledad? El aceptar el hecho de que a cada día que nos despertemos, seguiremos solos, no habrá quien nos despierte ni nos arrulle para dormir, nos cure cuando nos hiramos o nos consuele en nuestras penas, ni comparta nuestras alegrías y logros.

¿Realmente los humanos somos seres sociales, que buscan en los demás complementar esas partes de su yo interno que les hacen falta? O ¿solo es por imitación que lo hacemos?, aun así que nos impulsa a tener a alguien a nuestro lado, que es eso tan profundo en nosotros mismos que nos permite ceder espacio, tiempo, recursos e ilusiones en pos de los de otra persona.

Pero hay veces que al compartir sueños e ilusiones con otra persona descubrimos que tenemos más potencial del que realmente habíamos mostrado en ocasiones anteriores, no es raro el descubrir aptitudes y capacidades ocultas en nosotros mismos, pero tampoco es raro encontrar odios y rencores que nosotros ni sabíamos que teníamos almacenados dentro de nosotros.

Así que, ¿Qué es lo mejor? Quedarnos solos o compartir todo lo que tenemos, somos y podemos llegar a ser, esa es una pregunta muy interna, la cual no sabemos cómo será respondida hasta que no nos encontremos en esa situación.

Y aun así, estando en esa situación respondemos de la manera que menos creíamos que responderíamos, porque al final de cuentas somos humanos y tendemos a ponderar de distinta forma las cosas, todo lo volvemos circunstancial decimos si cuando realmente queremos decir no, decimos no cuando no queríamos dar ninguna respuesta, somos humanos y tendemos a complicarnos la existencia.

Si solo le diéramos rienda suelta a nuestra necesidades conservando un rango de seguridad lo suficientemente bueno, podríamos satisfacer todas nuestras necesidades sin perder ni poner en peligro nada de nuestra integridad, pero las presiones externas nos obligan a vivir al margen de todos los satisfactores y como consecuencia perdemos pequeños pedazos de nosotros mismos en ese proceso.

Lo cual con el paso del tiempo hace que cerremos las puertas a todos los posibles satisfactores que pudiéramos tener, ahora como personas con más experiencia y responsabilidad y que podríamos tomarlos sin culpa o peligro, simplemente nos sentimos cohibidos por el solo hecho de pensar en tomarlos.